Nunca quedó más demostrado que las cosas suceden por algo, nunca creí más en las causalidades. No tengo otra duda mayor que la pregunta del millón, "¿Qué huebiera sido si...?". Quién sabe.
Lo que hoy publico es mi primer regalo a la mujer más parecida a mí que me crucé en toda mi vida. A la niña que una vez aseguró, conociéndome muy poco, ser mi ángel de la guarda. Afirmó sin dudar que nos volveríamos a ver y, en ninguna de las cosas que predijo se equivocó.
Ya publiqué en el blog "Extrañarte es...", "Pudiera" y "Palabras mudas", palabras que le pertenecen a ella y a nuestra historia de algunos dias eternos. Faltaban los primeros versos que le escribí luego de separarme de ella por primera vez, y acá están.
A Mónica, mi ángel de la guarda, y mi "Dama del Corte Inglés"...
"La Dama Del Corte Inglés"
Empieza un viaje a Madrid,
en el único tren de madrugada,
a la hora que me da por no dormir,
cuando hago consultas con la almohada.
Y me acuerdo de vos,
un encanto de española
que me dijo adiós
un rato después de decir hola.
Un toque fugaz y atrevido
con un par de días sin sueño
y un sello de "no hay olvido"
con besos que quedan sin dueño.
Joven de palabras inteligentes,
premio a miss simpatía,
con ideas claras, actitudes concientes
y un distinguido toque de ironía.
La mujer que no se enamora,
un encanto de ojos cristalinos
que guarda cordura a última hora,
y ríe al escuchar aires argentinos.
Una Dama del Corte Ingés,
correcta, elegante, convincente,
pero te dejaste una vez
una historieta pendiente.
Sinembargo no perdiste de vista
al modesto y humilde personaje,
caballero, impresentable, encantador, realista,
secuestrador frustrado, guía de viaje.
Pasajero del tren del amanecer,
Madrid a mi cama en medio minuto,
notario de tu promesa de volverme a ver
piloto de un sueño absoluto.
Porque el cansancio es psicológico
y te debía una canción,
porque aunque resulte lógico,
siempre se puede perder la razón.
(Nunca tuvimos el tiempo necesario para perder la cuenta de las cosas que tenemos en común, para cansarnos de reir, o de vernos; tampoco para calcular cuantos besos nos caben en la boca. Esta es una modesta y realista forma de expresar mi gratitud por hacer gracia de mi sutil locura)
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