Porque hay historias que merecen ser contadas...

Es hoy cuando decido aprovechar la bondad de internet para empezar a organizar una parte de mi vida. Alguien me comentó que había creado un blog para su mamá y lo vi como una buena alternativa de poner en orden un gusto que siempre tuve y nunca me animé a compartir masivamente, quizá porque en realidad no me considero bueno, sino simplemente un aficionado que encontró en la escritura una descarga, una terapia, y sobre todo una forma de no matar los recuerdos, porque a medida que pasa el tiempo, la memoria nos engaña.
No recuerdo cuando descubrí este gusto, pero fue hace mucho tiempo y gracias al amor por la enseñanza y la literatura de una profesora del secundario (Ana Machado), y porque algo merecía ser documentado de alguna manera, y para mi la palabra escrita es la mejor forma de trascender cualquier frontera, incluso cuando el tiempo, la vida, y la muerte nos condenan a un final anunciado. Porque sigo insistiendo en que hay cosas que son infinitas, y no todo termina cuando nos llega la hora, porque al límite de nuestra existencia lo determinamos nosotros mismos con lo cosechado en vida, y hay palabras que tienen miles de años y perduran gracias a que alguien las escribió en un papel, una piedra, una pared.
La literatura es un arte, y como todo arte es infinito. Muy lejos estoy yo de ser un artista, aunque en mi afán de escritor, alguna tuve la fantasía de que mucha gente llegara a leer lo que escribo con el mismo gusto con el que lo hago.
Soy desordenado por naturaleza, y en ese gran desorden perdí muchas cosas que escribí, nunca tuve un diario, bitácora, cuaderno, archivo, ni nada que conserve lo que fui escribiendo, y lamento haber perdido una parte de esos recuerdos que no merecen morir. Por eso es que decidí desde hoy recopilar mi material en un blog.
Porque internet es la herramienta mas usada del mundo, porque así voy a dejar perder lo que voy escribiendo, y porque quizá no cumpla ese sueño de que mucha gente lo lea, pero se que alguien lo va a leer y se va a encontrar entre mis recuerdos, y hasta quizá sonría de gusto.
Termino el prologo de mi blog con un GRACIAS a todas las personas que vayan a participar directa o indirectamente de él, porque cada día guarda mil historias que merecen ser contadas, y yo lo hago "por el gusto de escribir".

viernes, 9 de agosto de 2013

Traño

Hay días que pesan más que otros cuando el silencio se sumerge en la soledad. Hay almohadas de piedra, y otras tan blandas que parecen arenas movedizas. Hay un sueño atrasado, y una sensación de abrazo que nunca llega.
A veces, cuando busco entre las preguntas, esas que a mí tanto me gustan, esas que me generan dudas, un rato después de un por qué sin porque; ahí me desvelo.

martes, 6 de agosto de 2013

Gracias Hernán

A veces se me llena el culo de preguntas, la vida me pone en un contexto que juzgo equivocado, y acto seguido mi autocrítica me empequeñece al extremo. Generalmente esto me pasa cuando estoy solo, lo que ni siquiera me permite salir al cruce de un poco de lástima, o lo que sería aún mejor, que nos refugien las palabras de algún amigo que aunque sabemos que el único fin que llevan es levantarnos un poco la autoestima, dan un absurdo pero efectivo resultado.
Hoy el contexto fue decorado por algunos textos en formato de audio, leídos por su propio autor, un gordito contemporáneo al que admiro demasiado como para putearlo, pero odio lo suficiente como para poder disimular mi envidia ante tanta facilidad de palabra.
Nunca soñé con ser escritor, ni mucho menos. No es sólo una cuestión de autocrítica, es simplemente el hecho de saber ubicarse en el lugar que me corresponde, eso que la mayoría conoce como realismo. Convengamos que tampoco nunca soñé con ser diseñador, y mucho menos carpintero, tareas que hoy desempeño con una modesta voluntad, y gran parte del tiempo me hacen sentir un tipo con vocación y, por sobre todo, me ayudan a llegar a fin de mes.
Pero he aquí mi catarsis, “otra vez, de nuevo, de vuelta”, como diría un viejo conocido del pueblo donde vive un primo que nunca más vi, tampoco vi nunca más al viejo redundante que describe a la perfección las actitudes del inconsciente colectivo de nuestra sociedad. Y entre vueltas y más vueltas yo volví a escribir. Y a repetirme para mis adentros la misma pregunta tan pelotuda de siempre, que sólo cobra sentido cuando no tiene una respuesta. ¿Por qué?
Porque sí. Porque quiero, porque puedo, porque uno a pesar de ser consciente de sus capacidades y limitaciones, no puede sustraerse a sus pasiones pero, de cierta forma, este es un modo de sustraerme de la realidad y pasar al plano de los sueños, esos que son tangibles porque son producto de mis recuerdos y mi imaginación. Porque entre tantas preguntas que me hicieron apretar el esfínter para no hacerme encima, se me ocurrió preguntarme, ¿qué hace un hombre que no tiene pasiones? ¿Qué lo despierta a diario? ¿Qué lo manda a dormir otra vez si no es la tristeza de ser una insípida pieza de un sistema que siempre me costó entender?

Cuando me cansé de hacerme preguntas pelotudas me fui a dormir sonriendo, queriendo decirle cariñosamente al gordo, con todas las contradicciones y contrastes que me caracterizan: gracias Hernan, por la envidia sana, por el odio querendón, y por las palabras que siempre te voy a robar, porque vos sos escritor y yo, de madera.