Lo que sabía del amor
eran cuentos de terceros,
lo mio era una noche,
sentimientos pasajeros,
que morían en un coche
con un beso en la mejilla
y una serie de reproches
que me sacaban de quicio.
Yo no quería prejuicios
ni anillos de compromiso,
ni proyectos de futuro,
ni compañeras de piso,
ni celos, ni monogamia.
Un "te amo" era escarmiento,
una falacia, una infamia,
y nunca decía lo siento.
Asociaba con hermandad
a la palabra "te quiero",
con una hermana la soledad,
con un "no quiero" un "no puedo",
con carisma a los espejos,
y con "te extraño" la necesidad
de volver estando lejos.
Pero hoy me desperté
viviendo otra realidad,
pensando que no hay imposibles,
masticando felicidad.
Tu cabeza sobre mi almohada,
mi mano en tu cintura,
la ternura en la mirada,
una caricia en mi espalda,
un par de jeans y una falda,
hoy son el marco ideal
para contar mi única historia
que por fin no termina mal.
Un "te quiero" da respuesta
a tu sonrisa sincera,
y mi cuarto es la pecera
donde aprendí a respirar
al ritmo de tu boca,
donde entendí que extrañar
no tiene que ver con distancias,
donde supe que la elegancia
no es vestir a la moda,
donde descubrí que tu soda
es solo uno de tus antojos,
donde cierras los ojos,
donde admiro tu belleza,
donde siento que te amo,
donde eres mi princesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario